fbpx

El consumo de los niños

Desde la más remota antigüedad, el modo de entender y significar qué es un niño determinó el modo de tratarlo.  Signados por el discurso de cada época, también anclaron los goces que les fueron ofrecidos. Por eso bien vale abrir una pregunta:
¿Qué niño supone el discurso de nuestros días?
El niño actual es un niño “que sabe”, sabe quién es y qué quiere. Por lo tanto, es mandato de la época respetarlo y acompañarlo en su “libre” elección.
A diferencia del niño nacido en la antigüedad cuya vida dependía enteramente del ‘pater Romanus’, el niño actual tiene derechos. Merece recordarse, no es un dato menor, que entre uno y otro tiempo, entre ser el puro objeto del capricho del Otro y alcanzar los derechos del niño para la subjetivación, ocurrió una gran revolución promovida por el psicoanálisis que, de la mano valiente y decidida de Sigmund Freud, le dio al niño la palabra.
Escucharlo y atender al deseo del sujeto fue desde entonces faro orientador y ética del analista para el acto analítico. Fiel a ese derrotero, darle dignidad al síntoma ante los múltiples intentos pasados y actuales de acallarlo,  fue una tarea incesante.
Con la propuesta de mantener vivos los interrogantes que nos orientan a develar el enigma que el síntoma cifra, los invito a acompañarme para recorrer juntos algunas preguntas que estimularon mis reflexiones.
Los niños actuales, ¿Qué consumen?
¿Qué educación?
¿Qué sexualidad?
¿Qué juguetes?
¿Qué tecnología?
¿Qué libertad para el sujeto en la infancia?
¿Son libres consumidores u objetos de un proyecto de consumo?