El analista y los goces del niño

Desde hace años he abordado las especificidades que hacen al acto analítico en la infancia, contando con un concepto clave para mí que se sostiene como un aforismo: “el sujeto de la estructura, más que edad, tiene tiempos”. Dado que el acto analítico apunta siempre al sujeto, suelo decir que el analista atiende al niño, pero siempre apunta al sujeto. Al relevar que los tiempos no coinciden con los años calendario, me propuse transmitir las consecuencias de atender cada uno de esos tiempos, no como etapas espontáneas y evolutivas, sino afirmando que su promoción depende de operaciones necesarias cuya consideración orienta las intervenciones del analista.

En ese contexto hallan respuesta las preguntas por el lugar de los padres, la transferencia del niño, la dirección de la cura y el fin al que apunta analizarlo. En esta ocasión retomaremos estas cuestiones a la luz de los tiempos de los goces. Más aún ligando estas cuestiones estructurales a la luz de lo real de nuestro tiempo y alojando la pregunta por los ideales de goce que le son propuestos al niño actual. 

¿Cómo inciden los goces de los padres en el destino de los goces del niño?

¿Qué implica la fijación a un goce y qué la distribución de los goces en los tiempos del sujeto?

¿Cómo lee el analista estas distinciones y cómo interviene ante ellas?